Se cruzaron fiero
los malevos.
En la empedrada esquina
de los carros.
Mirándose a lo hombre,
frente a frente.
Dirimían, chapaleando barro,
el amor ladino de una mina.
Dueña de unos ojos punzantes,
como cardos.
El entrechocar fulero
de los fierros.
Que buscaban los pechos,
como dardos.
Deseosos de envainarse
en carne tibia.
Para salir cortando.
Rompía el silencio
de la noche,
que se estaba cerrando.
Cansados y jadeantes,
los varones.
En duelo criollo por amor,
trenzados.
Arremeten a un tiempo,
Y los facones
Sus vainas encontraron.
Cuando la sangre, salpicó sus manos
Sintieron el llamado
Amagaron un último abrazo
Pero,
la muerte había llegado.
Se fueron de este mundo,
Juntos
Y aquella
por la que pelearon
No derramó una lágrima por ellos.
En vano, se mataron.
Los dos,
nacieron de una misma madre.
Prudencio y Juan Maidana.
Eran hermanos.
Aldo Luis Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario